Parece ser una tarea fácil, pero que muy pocos hacemos en nuestras casas. Se trata de adoptar los hábitos que nos ayuden a reducir la compra de productos –generalmente los envasados-, reutilización de objetos, separación de basura y la tediosa labor de búsqueda de centros de acopio (según el tipo de residuo) que nos ayuden con el correcto proceso de reciclaje y con esto, aportar nuestro granito de arena con el medio ambiente.
Tú ¿reduces, separas y reciclas?
Para muchos de nosotros es muy importante hacer esta tarea, pero, ¿por qué entregarle mis productos a terceras personas, que muy seguramente le sacarán provecho económicamente? Esta es la pregunta que rondaba en mi cabeza hace tiempo, cuando ya me había hecho de un buen costal lleno de latas de aluminio, o cuando note que mi closet estaba más lleno de electrónicos que de mudas de ropa. Electrónicos que supuestamente, mandaría a reparar en algún tiempo. Claro, nunca lo hice.
Después de algún tiempo, pensé en que ya era hora de deshacerme de todo lo acumulado. Obviamente, la basura no era una opción. Entre al buscador de Google para encontrar algún centro de acopio y reciclaje para mis artículos. Encontré tres opciones inmediatamente. Apunte las direcciones y me dirigí hacia sus locaciones. No tuve suerte con las dos primeras. El primer lugar ya no estaba en funcionamiento y el segundo, preguntando entre los locatarios vecinos, me referían que se habían cambiado a otras instalaciones, pero que no conocían su nueva ubicación.
Con mi última opción –que era la más lejana- no tuve problemas, di con el lugar rápidamente gracias al cumulo de electrónicos y piezas chatarra que rodeaban el lugar. Baje del automóvil y me recibió un hombre joven, de no más de 18 años, delgado, cubierto de polvo y oxido en toda su ropa. Le pregunte si podría recibir los artículos que traía e inmediatamente me pidió que los subiera a una báscula para calcular el peso. “Te pago $18 pesos por las latas y $25 por los electrónicos”. Me quede callado por un momento observando todo el lugar. Vi a un grupo de personas que trabajaban al fondo. Desmantelaban algunos equipos. A su costado lanzaban algunas piezas, quizá, aquellas que tienen algún provecho comercial. Del otro lado, colocaban lo que probablemente “no tiene valor económico”, esa merma de la que deberán deshacerse al terminar la jornada. Me di cuenta que no era el lugar correcto. Así que le respondí al joven que regresaría más tarde.
Camino a casa, pensaba en el “centro de reciclaje” en el que había estado. Pensé en el daño que provocan al medio ambiente al no contar con las herramientas y los procesos necesarios para evitar que piezas electrónicas y líquidos terminen en el suelo. También pensé en la seguridad de las personas que trabajan en el lugar, la salud del joven de 19 años que está en constante contacto con los gases que desprenden los electrónicos, el óxido y la acumulación de polvo en el lugar.
Centros de acopio con certificación oficial
Pocos días después, continué con mi labor de buen ciudadano ambiental, buscando un lugar que me ofreciera la completa seguridad de que mis artículos, serían en su mayor parte recuperados y reciclados. Me puse en contacto con las oficinas de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), y me dieron algunas opciones más. Entre ellas encontré a Recicla Electrónicos México. Entre a su página web, conocí su historia y labor. Me agrado saber que personas capacitadas y bajo procesos certificados, recuperan hasta el 95% de los equipos electrónicos, separando sus materias primas (metal, vidrio, componentes y plástico) para enviarlas a empresas que puedan fabricar nuevos productos. Conocí que también cuentan con una tienda aliada, a través de la cual ponen a la venta los componentes eléctricos y electrónicos como: motores, engranes, aluminio, tarjetas y muchas cosas más, con lo cual buscan dar reúso a todas aquellas piezas que aún tienen vida útil.
Pero la parte de la empresa que más me convenció, fue el conocer su alternativa de acopio de los artículos y objetos para reciclar. Se trata de una aplicación que me permitía el solicitar una recolección por paquetería hasta las puertas de mi casa, es decir, ya no tendría que estar trasladándome a algún lugar, en búsqueda y decepción de los centros de acopio. Al utilizar la aplicación, me encontré con la noticia de que el servicio tiene un costo (recolección o reciclaje). Otra vez la misma pregunta en mi cabeza: ¿por qué tengo que pagar por algo que yo les doy? Si ellos le sacarán provecho, deberían pagarme a mí ¿no? Lo pensé por un rato, y recordé lo tedioso que fue encontrar los centros de acopio, las condiciones en las que se encontraban trabajando las personas y la nula seguridad que me daban los «pseudo recicladores», de que los artículos que entregaría, serían reciclados de forma correcta. Sin la necesidad de que el cincuenta por ciento terminaría en el lugar que menos quería que terminaran: un lote baldío o en el basurero municipal. En ese mismo momento me decidí a vivir la experiencia innovadora de reciclaje que me ofrecían, quede satisfecho y con mi conciencia ambiental limpia.
¿Quieres vivir la experiencia? Tú decides cómo quieres tener tu conciencia ambiental.
Las opiniones expresadas en este documento son responsabilidad exclusiva de los autores y no representan necesariamente la posición oficial de Recicla Electrónicos México.
Podrían ayudarme en encontrar cómo y/o dónde puedo desechar mis 20 focos ahorradores que ya no funcionan. Gracias, por su labor.
Hola Elena, buenos días.
Te recomendamos comunicarte con la dependencia de SEMARNAT de tu localidad, ellos te pueden brindar información de los centros de acopio, donde reciban ese tipo de residuos, cercanos a tu ubicación.
Saludos.