Todos sabemos que los retos ambientales que enfrenta la humanidad son grandes. Existe mucha contaminación, muchos desperdicios de recursos, mucha degradación de los ecosistemas, un calentamiento global alarmante, solo por mencionar algunos. Un dato concreto es que para el 2050, si seguimos como vamos, ¡habrá más plasticos que peces en el mar![1]
En este entramado de problemas encontramos uno en particular, la gran cantidad de residuos que generan las empresas. Se podría considerar que las actividades comerciales, de industria y servicios generan en conjunto 0.692 kg/hab/día[2], lo que equivale aproximadamente a 87 millones de kilogramos por día y representa el 56% del total de residuos sólidos urbanos, es decir, toda la basura que se genera descartando los residuos peligrosos o de manejo especial.
Una de las alternativas a este gran problema lo encontramos en la “simbiosis industrial”, la que podemos resumir como la actividad interconectada de flujos de materiales en dónde los residuos de una empresa son aprovechados por otra. Algunos le llaman también una “red de reciclaje industrial” y entra dentro de un campo más grande que se denomina ecología industrial, hace uso de principios de biomímesis, además que es una de las herramientas que se incluyen en la Economía Circular.
Para que la simbiosis industrial se pueda implementar se requiere que no se vea a la industria «… de forma aislada de sus sistemas circundantes, sino en concierto con ellos. Es una vista de sistemas en la que se busca optimizar el ciclo total de materiales, desde materiales vírgenes hasta material terminado, componente, producto, producto obsoleto y disposición final. Los factores a optimizar incluyen recursos, energía y capital”[3]
Esta interconexión entre industrias idealmente permitiría maximizar el uso de los recursos naturales y disminuir la gran cantidad de residuos que se generan, es decir, más de la mitad de lo que producimos.
La idea de que podamos conectar a las industrias no es nueva, y de hecho hay casos documentados donde esto sucede. El más representativo es el del parque industrial de Kalundborg en Dinamarca[4], en donde desde 1972 nueve empresas han liderado la interconexión para facilitar este flujo de materiales en cascada. En este caso se muestra que el principio de compartir los recursos, no se limita a residuos sólidos, también se puede aplicar a otro tipo de flujos como agua, vapor, energía, etc.
Solo por mencionar un ejemplo, en este parque de Kalundborg, una empresa que genera energía tiene sobrante de agua caliente y vapor, la cual canaliza a otra empresa para que sirva como calefacción para sus invernaderos. Como ves, se trata de pensar en “lo que le sobra a uno, otro lo puede aprovechar”.
Ahora, una vez entendido el concepto y tomando en cuenta el contexto social y económico en el cual vivimos en México, nos hacemos la siguiente pregunta: ¿Qué se necesita para que la simbiosis industrial pueda implementarse en nuestro país y se tengan resultados de impacto? Algunas primeras líneas de acción las encontramos en la normatividad, la información disponible, las tecnologías de la comunicación, las competencias que se tienen e inclusive en los modelos de negocio que tienen las empresas. Estas líneas de acción para que la simbiosis industrial pueda ser una realidad las explicaremos a continuación.
Mejor legislación. Sin lugar a dudas la normatividad es un primer punto de partida. Se requiere no de una normatividad más punitiva ni represiva frente a las empresas, sino de una normatividad que premie a quienes hacen bien las cosas y que fomente el cambio de paradigma. Esta mejor legislación debe considerar incentivos tanto fiscales como comerciales.
Interacción interempresarial. El segundo punto lógico por considerar es que para implementar la simbiosis industrial se necesita que las empresas compartan información sobre sus procesos, lo cual no siempre es sencillo si no existen reglas claras del juego.
Mediación o un equipo de implementación. Diferentes experiencias nos dejan ver que la interacción que se necesita que exista entre las empresas no se va a generar si no hay un equipo que se dedique a “organizar las cosas”, que haga los análisis necesarios con las diferentes empresas y, con ayuda de ingenieros y administradores, realicen propuestas de articulación. Un equipo que puede ser independiente o que sea conformado por miembros de diferentes empresas, pero que su función sea articular los esfuerzos en torno a las iniciativas de interconexíon.
Mayor información. Actualmente no se tienen registros sean útiles para canalizar los residuos con alguien que los pueda utilizar. Además, cuando esto sucede, es común ver que esta disponibilidad genera disputas en el mercado, a tal grado que las empresas generadoras de los residuos en muchos casos optan por no comercializar los residuos y mejor destruirlos.
Un enfoque que no siempre sea económico de corto plazo. Existen muchos residuos que, por su valor en el mercado, su volumen, o su manejo, no permiten que se genere en torno a ellos una propuesta de negocios que permita su aprovechamiento. Esto requiere de incentivos fiscales, entre otros, para que surjan los inversionistas que puedan aprovecharlos.
Tecnología. Sin lugar a duda, se requerirá mayor desarrollo tecnológico, tanto para el manejo de los residuos provenientes de otra industria, como para el mejoramiento de la tecnología usada por la industria generadora. Además, necesitaremos tecnologías de comunicación que nos permitan saber en tiempo real la disponibilidad de residuos generados por las empresas.
Reconstrucción de modelos de negocio. No solo es necesario visualizar el valor que tienen los residuos, tanto económico, como social y ambiental. También es importante que las empresas incorporen los principios de la simbiosis industrial en sus modelos de negocio. Esto hará que el aprovechamiento de los residuos no sea visto como una actividad que se sanciona o se premia desde el exterior, sino que las mismas empresas mantengan una lógica operativa que facilite su implementación.
Capacitación. Nada de lo anterior podrá ser posible si el personal indicado dentro de las empresas no está capacitado, si no tienen ordenes específicas de operación en torno a iniciativas de economía circular, si la alta dirección no apoya dichas iniciativas, o si en su conjunto no hay programas o estrategias que impulsen la generación de capacidades en todos los involucrados.
Los anteriores puntos no pretenden ser una lista exhaustiva de lo que se requiere para implementar la simbiosis industrial, sino los que pudieran ser los más críticos. Haciendo una revisión de ellos, me atrevo a proponer que los “equipos de mediación o implementación” y la capacitación pudieran ser los más relevantes de todos los anteriores. Las empresas y el gobierno tienen que invertir en general el personal capacitado, y en generar los equipos que se dediquen a que la simbiosis sea una realidad.
[1] Ellen MacArthur Foundation. (2016). The New Plastics Economy: Rethinking the future of plastics.
[2] Rivas-Tovar, Luis Arturo. (2015). La gestión de residuos sólidos en México. 10.13140/RG.2.1.3745.4167.
[3] Chertow, M. R. (2000). Industrial symbiosis: literature and taxonomy. Annual review of energy and the environment, 25(1), 313-337.
[4] http://www.symbiosis.dk/en/
Por: David Pérez Castillo
Biografía: Doctorante en negocios sustentables con enfoque en Economía Circular, con Maestría en Ciencias y Tecnología Agroalimentaria e Ingeniero Químico con especialidad ambiental. Cuenta con 22 años de experiencia en el impulso de iniciativas socioambientales. Ha colaborado en iniciativas entorno a la sustentabilidad co-dirigiendo programas gubernamentales a nivel nacional y mediante emprendimientos propios. Actualmente impulsa la Red Global de Agentes de Cambio, y es profesor en el Tecnológico de Monterrey y profesor visitante en la Universidad del Medio Ambiente.